Me explico: mi redacción sin duda puede llamar al equivoco, señalaba solamente como estado emotivo sin objeto a la angustia (anticipación ante el peligro, pulsión de auto conservación del Yo, etc.) que "experimentamos", también como el ser y la nada... ¿Cómo experimentamos el ser y la nada?... la angustia nos permite esa apertura (quizá en cuanto posibilidad de ser, como ser, y en cuanto imposibilidad de ser, como nada; si lo circunscribimos al tema nietzscheniano del poder)... Pero, ¿cómo lo experimentamos?, ¿cómo tomamos consciencia de ello?... La experiencia "lamentablemente" la debemos expresar, es decir, significar... se vuelve palabra, concepto, lenguaje... Sin duda "el lenguaje es la casa del ser", pero la crítica posterior a Heidegger nos ha planteado que hay una abismal diferencia entre lo dicho y el decir, desde Lévinas, pasando por Ricoeur, Gadamer y llegando a Vattimo... unos se quedaran del lado de lo dicho para decir: la hermenéutica... otros, del decir, en cuanto decir: la ética, la relación cara a cara.
De este ultimo lado, del de Lévinas se puede decir, "lamentable" la significación, que cosifica, totaliza y genera violencia... si queremos radicalizar un poco la postura, diríamos que "el hablar es la casa del ser"... que la relación intersubjetiva está por encima del análisis hermenéutico de un texto o un discurso o una obra (o por debajo... siempre y cuando, esta posición no enmascare relaciones de dominación y violencia). En el análisis sobre la obra de arte, Lévinas pondrá el ejemplo, comparando el decir y lo dicho, con la creatividad y lo creado, es decir, con la santidad y la idolatría... toda cosificación, toda obra, toda conceptualización, es finitud y solo funciona (sirve, en sentido utilitario) si nos hace accesible la infinitud, la alteridad y la trascendencia. Y esto solo lo posibilita el otro. Solo el rostro del otro, en la relación cara a cara permitirá esto.
Ricoeur, secundará con significativas modificaciones y diferencias esta postura... no hay más juicio ético, que el juicio moral en situación... lo concreto, lo particular, lo específico, dentro de un contexto cultural e histórico... lo ético se concretiza en lo moral situado... La ley universal (de la ciencia y de la técnica; de la política y de la economía; incluso del paradigma de conocimiento), es decir, lo dicho; solo se entiende (se interpreta) en la aplicación particular, es decir, en el decir.
Aquí puedo señalar tres rasgos de diferencia de la fenomenología con el psicoanálisis: (1) la fenomenología se mueve en el ámbito de tomar conciencia de las cosas que ahí están, busca el sentido de lo vivido en forma fáctica; mientras que el psicoanálisis busca otro texto en el texto de la conciencia; (2) la fenomenología plantea un ejercicio de libertad, porque pone entre paréntesis los posibles condicionamientos; mientras que el psicoanálisis de esclavitud al subrayar la coacción que generan los condicionamientos que presupone; y, (3) la fenomenología (quizá especialmente la elaborada en la crítica a Heidegger) no puede reducir la relación intersubjetiva a una técnica analítica, el psicoanálisis en cambio sí.
Por último, en la experiencia del insomnio, se descubre el ruido del silencio, lo que hay, cuando nada hay... el horror de la noche, nos permite experimentar el horror de ser... el "Il y a", levinasiano, nos coloca más allá de la pregunta heideggeriana del "¿por qué es el ser y no más bien la nada?"... entonces ¿el ser y la nada solo son accesibles también como estados emotivos?... en la angustia ante la posibilidad de la imposibilidad (Heidegger) o ante el horror de ser (Lévinas)...
Esto nos conduce a tu última observación, que quisiera abordar en otro comentario: estados emotivos y comprensión (entendimiento) se articulan en la estructura fundamental del ser humano, que luego se expresa lingüísticamente... parece ser que así es, seguimos siendo inteligencias sentientes... el problema es que seguimos encerrados en el sí mismo, en el "cuasi" (perdón el sarcasmo) omnipresente y omnipotente yo... seguimos en el solipsismo, en el encierro que imposibilita la trascendencia, la alteridad... quizá incluso la ética...