Gustavo Yela
El Dasein vive cotidianamente en un estado de caída constante, es caer en las cosas cotidianas e intentar encontrar sentido en este estar en el mundo, sin embargo, es un caer en el uno para más bien encubrirse, este caer le hace huir de su existencia más propia.
El Dasein no es auténtico al caer en la inercia del uno, se deja llevar por el ritmo de vida común y cree estar viviendo en plenitud, sin embargo esa caída no le puede conducir al mundo auténtico y ese quehacer enajenado, aparentemente con sentido, lo lleva más bien al mundo de la caída, al ser arrojado en donde el ser propio se torna escurridizo. Es el estar sumergido en el uno, el estar con todos y con ninguno, ni siquiera con uno mismo y en esa carrera desenfrenada por el ser propio, perdemos la propiedad del ser.
Regularmente el Dasein no es él mismo, el estar arrojado muchas veces le aleja del ser sí mismo. Esa condición de estar en el mundo le obliga a meterse en ese mundo, dejándose absorber por la dinámica existencial.
Ese estar en medio de las cosas del mundo, nos puede también cosificar y pasaríamos de seres impropios e inauténticos a un nivel más bajo de enajenación y alienación viviendo más intensamente la caída.
El uno, la medianía, imponen sus categorías y el Dasein sujeto al dominio de los otros en su convivir cotidiano vive menos su mismidad, su posibilidad de ser.
El problema, si es problema, es que si vivimos absorbidos en el anonimato del uno, en donde cada cual es igual al otro y el convivir disuelve al Dasein propio en el modo de ser de los otros, se vuelven escasas las posibilidades del ser.
Y si esa medianía que se nos impone indiscriminadamente con la única autoridad de la autoridad de la mayoría y si esa mayoría como sucede regularme sobrevive en una existencialidad inauténtica, al ser arrojado, encerrado en sus límites, no le queda más que acomodarse, nivelarse y seguir siendo los otros.
El ser caído pues, nos protege, nos aliviana la carga, pero también nos impone toda la carga y significatividad del ser social con sus límites, alienaciones, criterios y mentalidad cultural.
Sin embargo, y a pesar de la nivelación que impone el uno, el Dasein sigue siendo posibilidad porque la esencia del Dasein es su existencia, su facticidad, es donde cabe la posibilidad del vivir con propiedad, con autenticidad.
Me parece que Heidegger con esta temática de la “caída” toca un cuestionamiento siempre vigente, ya que una de las aristas que se podría derivar de esta reflexión seria: hasta qué punto somos realmente nosotros mismos, originales, auténticos, seres propios o bien somos seres alienados, absorbidos por la fuerza, del torbellino social, que caminamos sólamente condicionados, empujados por esa dinámica social; es entonces que a la manera de Heidegger, se nos presentan esas dos perspectivas, la personal y la social, como en un movimiento pendular en constante lucha cada fuerza por ganar terreno; el ser auténtico queriendo alcanzar más propiedad y autonomía, mientras que la avalancha de la significatividad social invade todas las dimensiones de la personalidad.
Según estos planteamientos de Heidegger es muy difícil señalar la línea fronteriza, si es que existe, entre la dimensión personal y la dimensión social.
buenas noches me podrias ayudar a explicar "el enajenamiento por eficiencia y eficacia"ENAJENACION POR EFICENCIA Y EFICACIA
ResponderEliminarA su vez, la enajenación ligada a la eficiencia y la eficacia es quizás un modo de alienación poco tenida en cuenta, en el mundo de la lógica capitalista. Es la posibilidad de convertirse a sí mismo en un modelo que despierte interés en los demás, justamente el modelo de la eficiencia como perfección profesional.
Aparecen la erudición y la habilidad en el manejo de técnicas y tecnologías siempre nuevas como metas profesionales que revisten al nuevo profesional de la información, modelo que no es puesto en duda, modelo generalizado que se basa en el lema “cuanto más información y tecnología, mejor”, dejando de lado el ser. Es otro modo de vértigo, el de la competitividad, el del marketing que se aplica al trabajador convertido en producto que se ofrece para la inserción laboral. Aclara Bauman: “son promotores, encargados de marketing, y producto, mercadería que genera demanda (p17) gracias a que han sido capaces de invertir para “ser vendibles”, para adquirir las cualidades que el mercado demande, o para reconvertir lo que ya se tiene” (p.82).
¿No habrá detrás de este modelo simplemente una imagen narcisista que satisface y disipa, que aleja de la posibilidad de detenerse a pensar? Pero que satisface porque es el consumidor- vendible que se ha vuelto hábil para adaptarse y lograr la mirada de los otros.
Quizás la eficiencia como modelo pueda interpretarse como esa caída en el “uno”, que en Heidegger representa ese impersonal que son todos y a la vez no es nadie, ese uno que me hace sentir tranquilo, que me aquieta pero que también me aprisiona en una forma de ser impropia, inauténtica porque no se asume la vida propia, como misión, sino que se huye de ella. (p.205)
Marcel en 1934 ya reflexionaba sobre la posibilidad de convertirse en datos numerables por la burocracia de las instituciones, por una acción que se le imponía a la persona, la reducción de la misma a función social, función que permite el control. A su vez, cómo los hombres se consideran a sí mismos por lo que tienen, no solo cosas, sino también una profesión y los honores que les reporta. Aparece en el “tener” el problema de la cosificación, propia y ajena, porque frente al otro soy espectador que analiza lo que ve, que descarta o acepta. A su vez, Marcel remarca la angustia que acompaña la posibilidad de perder lo que se tiene. Ante esta situación se “evapora” el ser, aquél que se muestra cuando la persona puede interrogarse por sí mismo, cuando puede ahondar en lo real y descubrir sus máscaras para afrontar una sociedad que lo lleva a lo impersonal, al “se hace”, “se dice” “se cree y se piensa” y desde la rebeldía, asumir su propia vida con responsabilidad, desde el pasado hacia la construcción de su destino, destino que implica también relaciones personales con los otros.
Como contrapartida, K. Gergen describe el “yo saturado” como la forma más propia de ser de la sociedad postmoderna, un yo colonizado que muestra la fusión de identidades a partir de introducir a los otros en el yo, de incorporar sus deseos y modos de ser al nuestro de tal modo que el yo adquiere múltiples y dispares modos de ser. Otros yoes que aparecen en las redes sociales, en los medios en general que se presentan como modelos que hay que reflejar. Sin embargo, la necesidad de estar informados de tantas vidas como aquellas con las que me relaciono puede conducir a la multifrenia, al agotamiento, y aún más, a la confusión, a la dispersión y la ambigüedad.
Ontogénesis del hombre-masa post-moderno.
ResponderEliminarcuales son los 4 aspectos caracterizticos de la caida?
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