De la Nada al Ser
En su discurso sobre la pregunta de la metafísica, Heidegger encuentra acceso al todo como aquello que se revela en la nada, que a su vez se muestra en la angustia. Hasta ahí, la metafísica todavía se toma en relación al ente, pero el resultado del cuestionamiento arroja una preguntas desde la cual lo muestra bajo una nueva luz ¿Por qué el ente y no más bien la nada? El ente por sí mismo no puede servir de respuesta satisfactoria. Como he comentado antes, se puede llegar a concluir que la nada es más probable, más lógica, más entera incluso desde una perspectiva teológica (dios y la nada comparten más en común que dios y el todo, y conste que no es una afirmación desde el ateísmo). Visto incluso a nivel conceptual, la nada parece contener más de originario que el todo (primero la nada, después el todo). Así, la pregunta apunta hacia otro lado precisamente en lo desconcertante de lo contingente e innecesario que se muestre el todo comprendido como entidades.
¿Por qué el ente y no más bien la nada? La respuesta que da Heidegger parecerá tautológica: porque las cosas son. Lo que rescata al ente del abismo que es la nada es el hecho mismo de su existencia. La respuesta no es tautológica porque en ella se revela la naturaleza ontológica de las cosas: el ser como impulso vital. Los entes existen por y con la fuerza de su existencia. El ser se revela gracias a su aparición como ente. El principio es dinámico, eternamente, y corresponde a un misterio. Como se abran dado cuenta, me es imposible entenderlo plenamente sin una articulación poética, en este caso, en voz de un poeta que el mismo Heidegger tuvo muy cerca:
¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes
angélicas? Y aun si de repente algún ángel [2]
me apretara contra su corazón, me suprimiría
su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada
sino el principio del terror, lo que somos apenas capaces
de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente
desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible.
Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta
tenebrosa. Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos? No
los ángeles, no los hombres, y ya saben los astutos
animales que no nos sentimos muy seguros en casa,
dentro del mundo interpretado. Nos queda quizás
algún árbol en la loma, al cual mirar todos los días;
nos queda la calle de ayer y la demorada lealtad
de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció,
y no se fue.
La belleza no es nada sino el principio del terror… de contemplación a angustia, hacia el peso de todo, un peso avasallador que destruye. En el espacio entre la nada y las entidades en su totalidad se encuentra la gravedad que jala el peso de todo: ser. No nos sentimos muy seguros en casa, dentro del mundo interpretado, porque hasta ahora es un mundo de entes, apenas. Que permanece? o tal vez la pregunta no es de permanecer, sino ¿que no deja de mostrarse en entidad? (Nos queda quizá, la demorada lealtad de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció, y no se fue.)
Metafisica según Heidegger: un caso de filosofía de proceso
La pregunta sobre la metafísica entonces se vuelve una pregunta sobre el ser de los entes en Introducción. Anteriormente habíamos visto que la pregunta sobre el tiempo nos llevaba al ser humano, por lo que no es de extrañar que Heidegger se volcara a lo que parece ser una ontología, desde la metafísica. En el discurso inaugural concluye con la pregunta sobre la nada. En Introducción inicia con ella. A partir de allí, la pregunta sobre el ser para explicar a los entes en su totalidad y desde la nada sirve de eje en el cuestionar metafísico.
Este es un movimiento poco visto en la filosofía, pero a nivel conceptual, tiene su tradición. Como está claro que mucho del discutir sobre Heidegger es entenderlo, cualquier marco conceptual que se le acerque (aunque él lo rechace) puede ayudar. En este caso ofrezco uno que pertenece propiamente a la historia de la filosofía y que ha servido para clasificar a grandes rasgos a ciertas ideas sobre metafísica.
Platón le otorga plenitud ontológica a aquello que no cambia, lo que esta fuera del tiempo. Por supuesto que con él, la realidad “verdadera” es ideal, pero también se puede tomar a los entes particulares en momentos particulares como base de metafísicas que subordinan al dinamismo. La filosofía de proceso, en cambio, le otorga centralidad al factor dinámico. La realidad metafísica en ella esta identificada con el cambio. La oposición central en ambas perspectivas es entre los entes y los procesos. Por supuesto que estos constituyen únicamente los polos, y las metafísicas en la historia de la filosofía por lo general muestran únicamente acentuaciones en uno de ellos.
Lo que está claro, sin embargo es el hecho de que desde esta oposición, una explicación metafísica de la realidad seria incompleta sin la consideración de los procesos dinámicos que en ella se observan. Esto se enfatiza a partir de teorías evolutivas y de la hegemonía de las ciencias naturales. Hablar de esencias como base de la realidad parece inútil al considerar la naturaleza de los átomos, el principio de incertidumbre, y la física cuántica.
Tomar la metafísica de Heidegger como un caso de filosofía de proceso, sin embargo, parecería erróneo considerando su simpátia con filósofos presocráticos algunos de los cuales de cierta forma inauguraron la metafísica que la da prioridad a los entes y a las substancias por sobre los procesos. Aun mas importante, pareceria que el ser del que tanto habla Heidegger tiene mucho de consideraciones esenciales.
Heidegger se le puede tomar como proponente de una metafísica de proceso en cuanto a su insistencia en la centralidad del ser para investigar la naturaleza de todo lo que existe. Como hemos visto, Heidegger observa que el preguntar metafísico debe dirigirse a un preguntar ontológico. En cierta medida sus observaciones pueden tomarse como filosofía de proceso porque se opone a la idea de que las entidades en su conjunto poseen la clave para lo que se debe tomar por realidad. El proceso del que habla Heidegger no es a nivel de cambio de las entidades, sino el subyacente en el hecho de su existencia. Las cosas son, y su ser se cristaliza en ente. Es ese movimiento en el que las cosas se dan para presentarse como entes al que debemos considerar proceso si queremos categorizar a Heidegger como filosofo del cambio.
Por último, Las implicaciones van más allá de la metafísica, y corresponden con las implicaciones de toda aquella filosofía de proceso. Tal vez mas la más importante es aquella relacionada con aspectos del conocimiento y la noción de verdad. Intuitivamente se entiende que lo que conocemos puede ser considerado verdadero únicamente si corresponde con la realidad última. Si la realidad ultima se identifica con procesos y cambio en contra de entes y sustancias, la verdad deberá articularse de tal forma que corresponda a esos procesos y a esos cambios. En Heidegger, esto no deja de ser cierto. Pero gracias a que su filosofía de proceso se basa en la idea de que el ser de los entes se muestra y depende estrechamente de los entes mismos para mostrarse, la vedad en Heidegger adquiere naturaleza de revelación: verdad como “desocultamiento del ser de los entes”
-frodo
1. Re: "Hd encuentra acceso al todo como aquello que se revela en la nada, que a su vez se muestra en la angustia. Hasta ahí, la metafísica todavía se toma en relación al ente": Sí, aunque va tomando mayor fuerza el esfuerzo por "despegarse" del ente, de los seres particulares, en conjuntos o en el todo... Es el "apego" a los seres (en general o enfatizando ciertos tipos como elementales, en el sentido de constitutivos o fundamentos últimos) lo que causa ese olvido del ser que Hd busca revertir.
ResponderEliminar2. Re: "¿Por qué el ente y no más bien la nada? La respuesta que da Hd parecerá tautológica: porque las cosas son. Lo que rescata al ente del abismo que es la nada es el hecho mismo de su existencia": En realidad, la respuesta queda pendiente (más espada de Damocles que posposición). El hecho que al fin y al cabo haya seres (y ser) no es respuesta sino constatación: ahí están, han estado, ha habido universo -no obstante, podrían no estar, no ser; nada es necesario, ¿o sí? -así rezaría la inconcluyente pregunta... En ello consiste su "abismalidad" (= fundamental falta de fundamento): en que siendo y habiendo sido, podrían no ser, a lo mínimo de la manera en que son.
3. Re: Poema de Rilke: ¡fantástico!, y buena exégesis también. Compárese el verso "no estamos muy seguros en casa, en el mundo descifrado" con el aforismo de Novalis: "Propiamente, la filosofía es añoranza de hogar, urgencia de estar en casa por doquier"... El reto, la miseria y la riqueza del pensar filosófico consistiría, de acuerdo con una lectura heideggeriana, en explicar/interpretar tal inseguridad, añoranza y urgencia, no tanto en remediarlas, saciarlas y, así, cancelarlas...
4. Re: filosofía de proceso: en efecto, se trata de un pensar del movimiento, el que somos nosotros mismos (el anima de Agustín, la psique aristotética): tiempo, temporalidad, historicidad, historia...