Por lo general, en filosofía, especialmente analítica, la veracidad de las proposiciones se revisan rigurosamente solo a nivel las suposiciones, a partir de las cuales se construye respetando leyes de la lógica. Las conclusiones entonces se pueden considerar validas, consistentes. Su valor de verdad, y no solo de valides, depende entonces del valor de verdad de las suposiciones. Heidegger empieza si no violando, al menos tomando como punto de partida consideraciones que se resisten a dichas metodologías: El Todo.
Su intuición inicial se vuelve casi obviamente cierta al pronunciarse: la pregunta sobre metafisica debe ocuparse de todo, incluyendo al que la enuncia. Se trata de considerar el todo, no como la suma de cada particular sino como el común denominador, la totalidad que no ha sido dividida (he aqui su insistencia de tomar sus reflexiones como pre-ciencia). Por ejemplo, a este nivel, el principio de contradicción no aplica (hecho que por supuesto no lo devalua), específicamente el corolario que dice que algo es igual únicamente a si mismo. Por otra parte, conceptualmente el Todo quedaría remitido a ser la negación de la nada, ruta que nos atraparía en un circulo semántico (que es la nada? la negación del todo). Mas aun, intentar concebir el todo desde la experiencia común tiene como obstáculo la insistencia de la particularidad de las cosas (ojo, insistencia que viene desde nosotros, no desde las cosas), objetos que casi inmediatamente quedan encasillados en conceptos y palabras que los designan. (El encontrar similitud en cosas dispares se puede pronunciar poéticamente a través de la metáfora, pero esa profunda visión pertenece casi exclusivamente a los poetas, y yo no soy uno).
Heidegger entonces encuentra rastros del Todo en el hastío absoluto (si el pavor le corresponde a La Nausea de Sartre, el hastio le corresponde magistralmente a El Extranjero de Camus), que vuelve plano y común (énfasis a común) a todo lo que existe, o bien, en el amor, que es su contraparte, que totaliza un particular, específicamente el ser amado. Dos vías tangenciales a la experiencia del todo: el todo como el común, y el todo exceptuando lo que se ama. Sin embargo, observa un punto ciego en ambos: veda la nada. Hasta esta instancia del ensayo, la importancia de la nada en la pregunta sobre metafísica no es clara, por lo que es difícil entender la insuficiencia del hastío y del amor. A mi me ayuda la siguiente consideración: al ser contrapartes el camino a seguir debería tomarse en combinación: El hastio carece de la especifidad brillante del amor, y el amor al totalizar un particular a penas se acerca a la cuestión borrando Todo lo que rodea al ser amado (un efecto del amor que espero que todos hallamos sufrido!) El objeto de estudio de la metafísica entonces es un Todo no diferenciado que mantenga la infinita variedad de lo especifico. A primera vista, de nuevo, una contradicción.
El puente con la consideración de la nada entonces se aclara un poco más. Buscamos un Todo no diferenciado que presente diversidad infinita. La pregunta que contiene, no semánticamente, sino intuitivamente, el punto angular de la tesis de Heidegger, y la pregunta que me parece dio inicio a su metafísica es la que utiliza magistralmente para terminar: ¿Por qué todo y no más bien Nada? Para revelar la profundidad de la pregunta, para acceder al pavor en potencia descansando entre los signos de interrogación, a mi me ayuda consideraciones como las de Schopenhauer, incluso las del mismo Zizeke, que concluyen que la Nada es más lógica que el Todo (para quienes le tengan pavor al pavor, como yo, esta alternativa me anclan a la pregunta a través de la lógica). Si la nada es más lógica, el Todo se muestra con la brillantez del milagro, de lo infinitamente improbable.
Para concluir, Cuatro consideraciones:
Sucede algo extraño cuando se intenta entender a Heidegger. Su insistencia en la revisión de la verdad, a través de accesos directos a un nivel mas básico que lo semántico obliga a tomar en cuenta consideraciones alternas de referencialidad. La referencia en Heidegger en el cuestionar Metafísico es el objeto mismo de estudio. Una respuesta, entonces, a la pregunta de metafísica no puede darse en forma proposicional, descriptiva. Al no haber experimentado el pavor, al no haberse abierto a la nada, el lector inicia en la pregunta, cuando obviamente Heidegger habla informado desde la respuesta. Este deslingue lo conoce Heidegger, y su filosofía adquiere un tono casi mítico aunque sencillo. El acercarse a territorios trascendentales desde el lenguaje ya lo hemos visto en la mitología. Es en el espacio de lo mitológico que interactúa el hombre con aquello que va más allá del hombre. Sin la referencia, que es el mismo objeto de estudio de la metafísica de Heidegger y la respuesta, el lector solo puede hacer una lectura simbólica (no conceptual!), y con esto en mente a Heidegger se le ocurre darle una lógica casi narrativa a sus escritos, con la ilusión de que en algún punto el símbolo pueda abrirse para mostrar lo que lo subyace. (Se me ocurre compararlo con Nietzsche y su utilización de figuras mitológicas griegas en lugar de conceptos, por ser más claros y concretos)
Segundo: en muchos sentidos, para acercarme un poco más al texto, el concepto de monada me ha servido (Leibniz lo aborda en su monadología). Dicho concepto se adapta bien a concepciones como la nada porque permiten vislumbrar un escenario en donde unidades particulares componen el Todo, no como unidades independientes. La alegoría predominante es la de pensar en una sabana retorcida en varios puntos, de tal manera que cada pequeño nudo, el monada, representa una unidad. Todo ente individual se asemeja a otro en que forma parte de la misma sabana.
Tercero: cuando se habla de pre-ciencia, y cuando se quiere rebasar las distinciones binarias como sujeto y objeto, las palabras deben desarticularse de su forma natural. En Heidegger, esto se traduce esencialmente a que los sustantivos en relación a la pregunta metafísica adquieren características verbales.
Por último, me parecen bien planteadas las consideraciones de Chirulo (para los que no los saben, el verdadero nombre de Christian González), consideraciones que el mismo Heidegger tuvo al preguntarse sobre lo poco frecuente de la angusita (o del pavor como prefiero llamarlo). A ello solo puedo aportar en referencia a lo que chirulo llama angustia existencial, que bien dice, se encuentra situada. La angustia a la que Heidegger se refiere es precisamente aquella que surge a partir de la falta de referencia, un vértigo absoluto que va mas allá de la falta de sentido que es la existencial (un mundo con falta de sentido todavía tiene cabida para contextos históricos, por ejemplo). Aunque latente, la angustia de Heidegger es poca frecuenta precisamente por su radicalidad. Los absolutos son espacios casi inalcanzables por los humanos quienes lo vislumbran únicamente en flashazos. Digamos que la angustia sirve de guardia y de guía ante el portal.-frodo
Muy interesante, ilustrativo y útil; gracias. Un punto intrigante es lo del "tono casi mítico" que hallás en Hd. No creo que él se sienta muy a gusto con tal caracterización... Al fin y al cabo es un profesor de filosofía que escribe tratados y ensayos, y da conferencias... Ciertamente, ese su ir "más allá del hombre" hacia aquel basamento último de su ser en cuanto tal exige ruptura con el lenguaje plano de la ciencia o de una filosofía estricta (tipo Husserl, por ejemplo, al que con todo permanece cercano, o la del análisis lógico-lingüístico, que tanto le reclama). Sin embargo, no se embarca en poesía o en la fabricación o re-elaboración de mitos (como Nietzsche y su Apolo-Dionisio o su Zaratustra). La dificultad de seguirlo no es de carácter simbólico... ni siquiera en textos como "Carta sobre el humanismo" (el ser humano es pastor del ser; el lenguaje es la casa del ser, a propósito de lo cual nos ofrece una breve teoría de la metáfora en que ésta desaparece como innecesaria y metafísica) o "El origen de la obra de arte" (la obra abre y mantiene reinante un mundo, y trae aquí la tierra...). No es cosa de desentrañar símbolos, sino de seguir su pensar en su propia lógica, que con todo lo extraña que es (presumiblemente por fundamental), no es autista ni del todo ilógica... sólo algo trabajosa...
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